Acompañamiento respetuoso de la expresión artística.
Arno Stern y el juego de pintar. Materiales y libros de dibujo que usamos en casa con nuestros hijos.



Desde que nació Rai se ha relacionado con diversos materiales y ha experimentado con muchas técnicas de dibujo y pintura. A mi siempre me ha apasionado el dibujo y, como me ha pasado con tantas otras cosas, cuando me convertí en madre recuperé el interés que había estado dormitando durante años. Así que él me ha visto dibujar, pintar, y creo que eso ha sido para él un incentivo para aproximarse con interés. Desde muy pequeño pudo relacionarse libremente y mancharse sin restricciones con todos los colores y texturas imaginables. Por intuición yo le dejaba toda la libertad a la hora de relacionarse con los colores, con las técnicas, sin intervenir. Después conocí el trabajo de Arno Stern, y todo cobró un sentido aún más profundo. Arno Stern (1924-2024) dedicó su vida a la creatividad y la infancia, promovió contextos libres de juicio para preservar el juego expresivo, y desarrolló todo un trabajo original e innovador que eliminaba cualquier instrumentalización del dibujo infantil.
“Yo nunca pregunto a los niños acerca de lo que trazan, y, en consecuencia, nadie comenta su cuadro, como tampoco el de los demás” (Feliz como un niño que pinta, Arno Stern).
Leí con absoluto asombro “Feliz como el niño que pinta”, y “Del dibujo infantil a la semiología de la expresión”, y a medida que leía iba poniendo en práctica en casa lo que iba entendiendo. Y mi hijo se relacionaba feliz con su práctica, no había metas fijadas, ni horizonte que alcanzar, solo papel, pintura, manos, y el entusiasmo y la alegría de convertirnos en absoluto presente. Cuando teníamos un rato, desplegábamos los materiales y él dibujaba. Yo cumplía con ciertas dificultades mi papel de asistente: proporcionar agua, pintura, papel… Después descubriría que esas dificultades serían extensibles -y la cosa se complicaría cada vez más- a todas las facetas de mi labor como madre: observar sin juzgar, respetar su ritmo, no dirigir, no intervenir.
“En el momento en que se dan las condiciones que lo permiten, las facultades anquilosadas despiertan en todas las personas sin excepción”, (Feliz como un niño que pinta, Arno Stern).
El niño obedece a una necesidad intrínseca de expresarse plásticamente. Arno Stern acuñó el término Formulación para referirse a la evolución natural del dibujo infantil: un código universal que utilizan todos los niños en las representaciones de lo que él llamaba sus huellas. Constató que en las primeras etapas aparecían los mismos elementos en todos los niños, independientemente de la cultura a la pertenecieran y a los estímulos a los que hubieran estado expuestos. No cualquier figura, no se trataba de fantasía, ni imaginación: todos los niños reproducían algo que no habían visto sino que estaba dentro de sí mismos. Lo llamó memoria orgánica. Con esta visión, están fuera de lugar las interpretaciones adultas sobre el dibujo, los comentarios valorativos, las demandas de una explicaciones sobre lo que ha dibujado. Y esta revelación para mi vino de la mano de otras muchas, de forma análoga, al conocer el trabajo de Emmi Pikler sobre el movimiento libre -del que hablaré otro día- y la importancia del juego libre en la infancia donde el adulto cumple una función de asistencia y observación, y también los libros sobre el aprendizaje infantil de Rebeca Wild o André Stern. Resulta que el niño es su propio guía y nosotros asistimos maravillados al despliegue de sus capacidades, y propiciamos un ambiente preparado para favorecerlo.
Cuando el adulto interviene siempre termina robándole algo al niño. Desde el momento en el que el adulto dibuja para él una casita, con sus puertas, sus ventanas y su tejado, al niño se le notifica su incapacidad. No es necesario. Más que nada porque la casa de los niños será cien veces mejor. Decía Piccasso “Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”. Es muy importante no tocar su dibujo, los niños a los que no se les ha acostumbrado a recibir ayuda innecesaria, no la demandan. Los bebes no piden ayuda para caminar si antes un adulto no les ha cogido las manitas para que aprendan, algo que, por otra parte, carece de toda lógica. De la misma manera, el dibujo infantil tiene sus fases, pasa por diversos estadios, y ha de desarrollarse de forma natural y autónoma. A veces me venían ganas de pintar con él, entonces cogía otro papel y me ponía a hacer algo abstracto. Es importante evitar los dibujos figurativos delante de los niños en estas primeras etapas, porque es inevitable, ya que nos imitan siempre, que se fijen en nuestro dibujo para copiar lo que hacemos.
Con el tiempo, y el flipe que llevaba yo, nos hicimos con una paleta como la que usaba Arno Stern en el Cloisleu, pero en pequeñito. Y habilitamos una sala de la casa en la que vivíamos para que pudiera pintar sin preocuparnos por las manchas. Y de ahí salimos al bosque. Y empezamos a pintar lo que veíamos. Creo que no hay nada que me guste más en el mundo que pintar con mi hijo en el bosque. Un día, nuestro amigo Rafa Castañer, ilustrador que nos encanta y al que amamos, nos dio la idea de extender una tela entre los árboles. Y fue increíble. Recomiendo que todo el mundo lo haga aunque sea una vez en la vida.
Y a medida que Rai fue creciendo fuimos probando materiales de dibujo, acertando algunas veces, descartando cosas que no funcionaban otras. Siempre he procurado tener materiales de calidad. Es decir, porque sean niños no tienen que pintar siempre con ceras Manley -que no están mal, ojo, pero se pueden sumar otras opciones- o con pinceles cutres. La experiencia ha de ser completa, como la que le procuraríamos a un adulto. Para las primeras experiencias que suelen ser un desparrame si que recomiendo comprar una pintura lavable y no muy cara, porque es un despilfarro. A medida que van ganando destreza ya se pueden ir presentando otros materiales.


A la izquierda las acuarelas en caja de Stockmar. Los colores son preciosos, muy naturales, e, increiblemente, tenemos la misma caja desde entonces. Es asombroso cuánto pueden llegar a durar. A la derecha, las acuarelas diseñadas para diluir en agua. Son el primer paso para introducir la acuarela, van muy bien cuando el niño aún no sabe limpiar el pincel antes de coger más color: pones un pincel en cada botecito y así te aseguras de que los colores no se mezclen. Al principio es mejor presentar solo un color, para los niños muy pequeños es difícil gestionar varias opciones. Después añadiremos los otros dos colores primarios. Y a jugar. De la marca Stockmar también tenemos los bloques de cera de abeja, material Waldorf por excelencia, pero no terminan de convencerme. Son duros y difíciles de trabajar.



Los lápices Lyra (foto de la izquierda) son de una calidad muy buena. Van genial para niños de primera infancia por el grosor y la comodidad del agarre. Para más adelante, niños algo más mayores, tenemos estos lápices de la marca Faber-Castell acuarelables que son maravillosos. Son pigmentos de alta calidad, es un placer dibujar con ellos, y además si les pasas agua por encima quedan preciosos. Son caros, eso si, pero merecen la pena.



Esta marca también nos encanta. Tienen la ventaja de que por su calidad pueden pintar encima del pastel. Y quedan preciosos. A la derecha, los lápices Woody, de Stabilo. Tienen una punta muy blanda que cubre fácilmente mucha superficie. Son muy agradables para trabajar y para niños pequeños van de fábula. También he incluido lápices algo más baratos que los acuarelables de la marca Faber-Castell que están muy bien. En la medida de lo posible evitaría unos lápices de colores tipo Alpino, la diferencia es abismal a la hora de dibujar.



A la izquierda, pinceles de la marca Escoda. Son los que más me gustan. Si no queréis gastar tanto dinero, los de la marca Van Gogh funcionan bien. Usamos las ceras (imagen central) de Caran D’ache, los colores son preciosos y también se convierten en acuarela, lo cual ofrece muchas posibilidades. A la derecha del todo, los lápices de viaje de Escoda, que son de verdad magníficos.


En la foto de la izquierda, de arriba a abajo: rotuladores de alcohol, puedes pintar una superficie sin que se noten las lineas y el tono queda unificado. Los rotuladores Posca al agua, que son maravillosos, cubren muchísimo y casi cualquier superficie, y los colores son vivos y brillantes. Y por útimo, los rotuladores Stabilo que dan muy buen resultado y duran bastante. En la foto de la derecha, colores pastel. La marca Rembrant está muy bien, no es de altísima gama pero da buen resultado.


Cuando son más mayores y manejan algo la técnica de la acuarela -es la más compleja de dominar por lo imprevisible del agua-, podemos ofrecer este tipo de estuches de la marca Van Gogh. A la derecha, una pequeña paleta que usamos para dibujar fuera de casa, y las acuarelas en tubo para rellenar. Winsor and Newton tiene muchas gamas, en casa tenemos varias, he elegido ésta porque es más asequible y ofrecen buenos resultados.
He olvidado hacer foto del estuche que tenemos en casa de gouache, que es una técnica que a mi me encanta con base al agua, tiene más concentración de pigmento que la acuarela lo cual hace que sea más opaca. Para niños es más sencillo de manejar. A mi me gusta mucho. La marca Himi tiene estuches que están bien de precio, nosotros tenemos el que pongo en el enlace pero hay algunos más pequeños.
Nosotros ofrecemos los materiales sin expectativas, ni propósitos concretos. Nos encanta mezclar técnicas, con libertad, siempre que cuiden el material pueden usarlo de la manera que quieran. Cuando Rai ha crecido, espontáneamente ha pedido aprender a hacer dibujo figurativo. Y ahí hemos podido ofrecer libros para que aprenda de forma autónoma, Ahora está aprendiendo a dibujar bien perspectivas, el dibujo es algo que se toma muy en serio. Pero de esto hablaré más adelante. Me parece increíble haberme quedado sin espacio también aquí, no tengo remedio.



No obstante, lo verdaderamente esencial no son los materiales, es la disposición del adulto, su actitud y su mirada hacia el niño. Y para eso no hay que gastar dinero. Espero que os haya servido de ayuda. Si tenéis cualquier duda podéis escribirme al correo, intento responder siempre.
“En el aula no hay que enseñar a dibujar, hay que dejar de practicar plástica. La educación artística paraliza a los niños. Los docentes tienen que saber que cada vez que se instruye al niño, se destruye su espontaneidad y si queremos que el niño sea un ser equilibrado hay que proteger esta espontaneidad. Es absolutamente vital, es necesario”. Arno Stern.
Durante unos años fui a pintar al taller de Diraya en Bilbao y disfruté del maravilloso regalo que es vivir la asistencia. Llevaba a mi hijo también al taller de arcilla (con las mismas condiciones que el taller de pintar) y disfrutó muchísimo de jugar y jugar sin que nadie esperase de él más que el disfrute. Lo dejé cuando empezamos a hacer crecer nuestra familia y viajar a la ciudad se me hacía más pesado. Pero lo recomiendo siempre.
¡Gracias por las recomendaciones de materiales! En mi casa también tenemos la máxima de que sean buenos. Si de verdad queremos cuidar de su motivación por algo, que aquello que tengan que usar sea agradable, de fácil manejo y de calidad.
Si esta carta estuviese escrita en papel la tendría desgastada de tanto leerla. Muchas gracias por compartir tanto.